domingo, 25 de mayo de 2008

CUALQUIER TIEMPO PASADO FUE…

Esto año Zaragoza no para de tener celebraciones: la EXPO 2008, el Bicentenario de los sitios y el primer centenario de la Exposición Hispano-Francesa. Esta exposición se celebró para conmemorar el centenario de los Sitios de Zaragoza y gracias a ella, la ciudad se vio envuelta en una serie de cambios y novedades que hicieron que la ciudad se modernizara.

Ahora se puede comprobar como se vivieron los días previos a esa Exposición Hispano-Francesa y es que el patronato municipal de turismo ha puesto en marcha una serie de visitas teatralizadas, una de ellas “Zaragoza 1908”. En esta se plantea una historia a través de los comercios más representativos de esos años y que hoy en día aún siguen intactos. Una joven de esa época, la señorita Eugenia, guía por el casco viejo de Zaragoza a todo aquel que quiera saber curiosidades y anécdotas de cómo vivía entonces.


La señorita Eugenia cuenta todos los secretos de zaragoza

La señorita Eugenia acompaña a todos los visitantes durante todo el camino y no duda en aprovechar cualquier momento para contarles su vida, intentar que un hombre le invite a la Exposición o hacerse unas amigas con las que poder tomar un refresco o contarles un secreto:”En la exposición habrá muchos hombres y además con tierras”.

El Torrerón de la Zuda es el primer punto de la visita


Esta iniciativa empezó en julio de 2006 y todavía continúa. Ha alcanzado mucho éxito ya que sirve para descubrir los secretos de Zaragoza, tanto los vecinos de la ciudad porque pasan por ellos sin darse cuenta como los de fuera que no tienen tiempo de encontrarlos y se llevan una percepción de la capital aragonesa mucho más amable.

La Casa Montal siempre ha comercializado lo mismo


La Reina de las Tintas, el comercio más famoso de 1908



El Mercado Central, otro de los puntos más interesantes de la visita

domingo, 18 de mayo de 2008

POR QUÉ LO LLAMAN CESIÓN CUANDO QUIEREN DECIR TRAVASE




Otra vez ha vuelto la polémica a Aragón. Además con el problema de siempre: el agua. Ahora es Barcelona la que no tiene y llega el miedo de que en algún momento no se pueda ni beber agua potable. Así que, Aragón ha decidido prestarle un poco, ¡cómo a esa comunidad le sobra!, porque como son vecinas le parece mal no ayudar. Esto ha hecho que algunos aragoneses, por no decir todos, se hayan quedado con la boca abierta, ya que el partido político que gobierna en Aragón está en el poder principalmente por su no al trasvase.

Sin embargo, Marcelino Iglesias, presidente del Gobierno de Aragón, ya ha dejado muy claro que no es un trasvase, si no una cesión. Además se ha encargado de que los servicios jurídicos del Gobierno de Aragón dejen bien claro que es una conexión de sistemas. Y declara: "no hay afecciones a la cuenca del Ebro y, por tanto, no hay trasvases desde la cuenca del Ebro". De todas maneras, al presidente parece que lo hayan engañado para firmar esta “
cesión”, porque ahora ha pedido al Ejecutivo central que derogue el decreto-ley que autoriza el trasvase. Pero nada más lejos de la realidad, Mª Teresa Fernández de la Vega lo ha dejado bien claro: “todavía no se dan las condiciones para paralizar el Trasvase”.



Con esta “conexión de sistemas”, no sólo se ha sorprendido la sociedad aragonesa, sino también la oposición. Recuerden el debate entre Rajoy y Zapatero en el que el líder del PP dijo que sí que haría trasvase y Gustavo Alcalde (PP Aragón) declaró que si se hacía él dimitía, bueno ahora ya tienen una razón más que de peso para hacer oposición. La CHA, otro partido de la oposición, ha denunciado ante la Comisión de las Comunidades Europeas el trasvase de Barcelona, ya que con esta obra hidráulica el Estado está infringiendo la normativa europea. A Iglesias se le presenta una situación política un poco crispada.

Esto no es todo, porque ahora al tiempo le ha dado por llover, entonces ya tienen agua los catalanes. Pues que se la devuelvan a Aragón, que ya se sabe que ahora no se está como para regalar, así a lo mejor puede llegar el agua a los Monegros y consiguen que ese paisaje parecido al del desierto del Sahara, desaparezca. Pero, a lo mejor los políticos aragoneses quieren tener sequía en esa zona para que cuando construyan
Gran Scala sea un calco de Las Vegas, en este caso, el trasvase es obligatorio.

domingo, 11 de mayo de 2008

LA AFICIÓN SOÑADA










Con el grito: “¡este año sí!”, los aficionados del CAI Zaragoza, la marea roja, quisieron invadir la cancha del Príncipe Felipe, pero no les dejaron. Se quedaron con las ganas. Pero no abandonaron el pabellón. Y es que llevaban 12 años esperando que el equipo de baloncesto de Zaragoza estuviera en la ACB (Asociación de Clubs de baloncesto), 1ª división de baloncesto, y este año por fin lo han conseguido: por ellos, por Zaragoza y sobre todo por la afición que siempre les ha apoyado.

La victoria de ayer se celebró por todo lo alto. Los jugadores terminaron el partido antes de que el tiempo finalizara, pero ya lo tenían ganado. Los cantos de la afición, todos de rojo, no dejaban escuchar nada. Y terminó el partido, el público no paró de aplaudir, de cantar e incluso de llorar. Lo habían conseguido: ya son equipo ACB.



Después del partido, toda la marea roja acompañó al autobús descapotable con los jugadores del
CAI Zaragoza hasta la plaza España. La lluvia no importaba, con los gritos y los bailes de los jugadores parecía que ni existía. Esa afición que llegó hasta la el centro de Zaragoza calada hasta los huesos no quería que la noche acabara. Han sufrido mucho hasta llegar hasta la ACB

El CAI Zaragoza no se puede quejar de afición. Hasta ayer era un equipo de
LEB, Liga Española de Baloncesto, con afición de ACB. Nada más y nada menos que 10.058 abonados. Esta cifra de socios del club no la superan ni equipos míticos como el UNICAJA de Málaga, 9.964, o el TAU con 7.630. Por esto, por esta afición el CAI merecía subir a la liga de honor. Después de seis años intentándolo y sufriendo con los play off lo han conseguido.

Por ser la mejor afición de baloncesto de España, los jugadores les dedicaron la victoria y el ascenso. Se lo merecían. Ha sido por ellos por los que el CAI siempre ha estado arriba hasta conseguir su sueño. La próxima temporada esos 10.000 abonados seguirán estando, seguirán soñando y apoyando a su equipo. Seguirán siendo esa marea roja, que hoy por fin puede gritar: ¡SOMOS DE ACB!


sábado, 3 de mayo de 2008

UNA MEJORA DE LOCOS




La Estación Delicias de Zaragoza es una locura y sobre todo ahora que está rodeada de obras. Si el viaje que vas a realizar tiene su punto de partida en esta estación lo primero que hay que saber es qué medio de transporte se elige para llegar hasta la estación, situada en la Avenida Navarra. Si se hace en autobús se puede elegir entre cuatro líneas (51, 129, 42 y 142) que dejan en la misma puerta. Sin embargo, está opción es peligrosa porque hay que soportar todos los atascos de la capital aragonesa, muchos de ellos causados por las obras que dejarán a Zaragoza, o eso dicen, a la altura de muchas ciudades europeas. Pero eso sí, no se sabe cuando será.

Si se elige ir en coche hay dos opciones: dejarlo en el parking con el consiguiente desembolso de dinero, o que un conductor amable, conocido, amigo o pareja, se atreva a acercarse a la estación. Eso sí, simplemente ayudará a sacar las maletas del maletero y se despedirá de manera muy breve, porque se tendrá que ir rápidamente, no vaya a ser que un policía vea la oportunidad de recaudar dinero para la Expo 2008.

La tercera elección: coger un taxi. Eso ya es meterse en un mundo distinto. Los taxistas, que siempre van por libre, han subido un euro la bajada de bandera si van hasta la
Estación Delicias, porque dicen que sino pierden dinero, que en el rato que hacen el trayecto hasta la moderna estación, pueden tener varios clientes. Así que después de hacer negociaciones con el Ayuntamiento de Zaragoza se ha llegado a ese desenlace, que según las dos partes, es beneficiosa para todos, e incluso para los ciudadanos. La cosa es que siempre ponen dinero lo que salen más perjudicados.

Una vez que llegas hasta la estación, te encuentras en la puerta con la maleta, el bolso y demás complementos que una persona es capaz de llevar. Empiezas a correr a la vez que buscas en el bolso el billete de autobús o tren. Paras para centrarte y pensar cuál es la entrada que más te conviene. Pero ¡qué casualidad! No hay ningún cartel en la puerta que ponga cuál es la entrada para poder llegar más rápido al destino que se quiere llegar.

Cuando por fin encuentras la entrada correcta, con el tiempo justo por los atascos y la buena señalización de la estación, y empiezas a andar deprisa mirando en las pantallas de información por qué vía sale tu tren. Preguntas a todos los empleados posibles, pero ninguno lo sabe. Por fin encuentras a una persona amable, que tiene tu mismo destino y te contesta que tú andén es el 5 y sales corriendo. Pasas por un arco que consideras de triunfo pero empiezas a pitar, un guardia de seguridad te pide que pases la maleta, el bolso y los demás complementos por el detector de metales, se lo das de mala gana intentándole explicar que tu tren está apunto de marcharse. Él no te hace caso y sigue a lo suyo.

Coges tu pesada maleta como puedes y sales corriendo. Llegas al andén y crees que es el final del viaje, pero nada más lejos de la realidad, un trabajador de RENFE te avisa que ese tren llega con bastante retraso. Respiras hondo y te sientas en la sala de espera: es lo que sale en el diccionario como sinónimo de comodidad. Te sientas en una de las sillas rígidas que hay, empiezas a tener mucho frío, te acercas a los que crees que es la estufa, te sientas en una silla de a lado, sigues teniendo frío, te das cuenta de que no calientan.
Decides salir afuera, para poder ver las vistas que están quedando por la creación de la pasarela que unirá la estación con la Expo y que pasará por encima del Ebro. Coges la maleta y sales. Empiezas a buscar la pasarela. De repente, tropiezas con ella. Levantas la vista. Muy bonita, sí, pero rodeada de esas obras que abundan en Zaragoza. Desilusionado vuelves a entrar, esperando que en poco más de un mes, la estación pueda albergar a todos esos turistas y curiosos que esperan, como casi todos, una Zaragoza a la altura.